MALDIGO LO QUE AMO

Así mismo.
Gracias a mis profesores positivistas, extenuntes sacachichas he llegado a sentir que esto de la UCV es una porquería. Amanezco cansada, arrecha, harta, con ganas de salir corriendo...
Un día hablaba con mi querida Nily Chan, quién me contaba de lo desmotivada que se sentía por lo tortuoso de la universidad, y le dije: Nómbrame a una sola persona de nuestro semestre que tenga más vocación de Enfermera que yo. Dime de alguien que haya soñado toda su vida con ser Enfermera como lo he soñado yo. Dime el nombre de alguien que sienta tanto amor por esta profesión, aquella que quiera estudiarlo por el resto de su vida, alguien, como yo, que no sepa hacer ABSOLUTAMENTE MÁS NADA EN SU VIDA que ser Enfermera.
Nadie, ni en mi semestre ni en ningún otro, me atrevo a asegurarlo, nadie en la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela, tiene tantas ganas de ser Enfermera como yo. El 80% de mi semestre quiere estudiar medicina. otro 10% quiere otra carrera como rehabilitación, bioanálisis y esas cosas, una de mis compañeras ya no quisiera tener que estudiar NADA relacionado con la salud, y el resto, léase bien: de una sección de 60, apenas 5 personas quieren ser enfermeras.
No olvidemos que estamos hablando de mis compañeras, de las estudiantes del 5to semestre, de aquellas a quienes nos falta sólo OCHO meses para se Técnicos Superiores Universitarios, quiere decir, para estar reconocidas ante la UCV y la nación para ejercer la Enfermería, profesional del cual depende tantas vidas.
Volviendo a aquello de mi vocación, se lo hacía recordar a Nily Chan y le decía: Aunque yo sea la única persona que ama esto de Alma, Vida y Corazón... aún así... aún así también lo odio. Aún así mis profesores se han empeñado en exprimirme el alma, en demostrarse como seres supremos a quienes puedo sólo adorar y suplicar algún día ser como ellos, seres inaccesibles, amos del conocimiento, con quienes no puedes osar a disertar o disentir.
Puedo narrar una de mis clases: Llega el profesor a las 2pm, instala el material audiovisual y da una clase magistral de 2pm a 5pm. Nos mira con asco y nos habla con desprecio. Rechaza los intentos de comunicación entre estudiantes, con la excusa de que no puede permitir interrupciones. Terminada su clase se retira, casi huyendo de la fetidez que le inspiramos: él es supremo, nosotros vasallos. En su momento tuvo que haber anunciado sus estrategias de evaluación, que POR LO GENERAL son exámenes escritos individuales donde los estudiantes llegamos a vomitar lo que él nos enseñó (¿APRENDIMOS?) en aquella clase que pareciera ser extraida de las universidades de 1930.
Siendo así ¿cómo podría alguien normal no odiar esto de estudiar aquí? Y ojalá que todo se quedara aquí, pues es muchísimo peor, tanto que me da verguenza contarlo (aunque no debería. Quizás todo debería saberse)
Por eso te digo, mi muy querida y apreciadísima Nily, acerca de tu post tan triste , que no estás sola, que sé lo que sientes y que quisiera poder darte ánimos o decirte que exageras