Diario de una Enfermera

Diario de una Enfermera Venezolana en Londres.

20.12.07

Yo sí soy PUTA (aunque no por enfermera)


Si acaso es correcta que esa sea la definición de aquella mujer que gusta del buen sexo, que lo hace cada vez que tiene oportunidad y que se entrega por completo a su pareja.

Sin embargo sería bueno dejar claro que mi conducta sexual no tiene nada que ver con aquello de mi vocación profesional, y que cuando estoy ejerciendo, ni ando en minifaldas, ni con escotes que evidencien mis grandes dotes, ni ningúna actitud que haga referencia a aquella que soy cuando estoy en la intimidad de mi cuarto, con el hombre que amo.

Lo soy, y puedo reconocerlo sin tapujos, ante quien sea porque considero que esta conducta es la más natural, y aunque muchas prefieran negarlo, a la mayoría de las mujeres nos encanta desatar los más bajos instintos durante la intimidad.

Lo que no me parece natural ni digno es esa fama que tienen algunas profesiones, como la que me preocupa que es la enfermería, en la que los profesionales de esta área son tildadas de ejercer simultáneamente el oficio más viejo de este mundo.

Hasta aquí estamos mal, pero mi sorpresa fue indescriptible cuando tuve que ver que las cosas aún podían ponerse peor. ¿Cómo?, fácil: en mi escuela, la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela, un grupo de representantes estudiantiles tuvo la genial idea de darle color a una pared perimetral, con unos graffittis alucivos a la carrera, y en ellos aparecen sendas enfermeras dibujadas, muy pomposas y muy putonas, con escotes groserísimos, minifaldas que parecen cinturones y cruces rojas en los pezones y a la altura de los muslotes que se gastan… Excelente! Así es como se cambia esa imagen de livianas, de lividinosas y “urgidas de médicos” que tenemos. ¿O no?.

No es fácil, darse a respetar cuando la sociedad considera que quien elige la enfermería es para buscar encamarse con cualquiera del otro gremio, cuando los médicos actúan como si fueras su sirvienta y como que si estuvieras esperando, desesperada a que alguno de ellos se tomara la molestia de hacerte el favor. Pero entonces tú te das tu puesto, los pones en su lugar cuando hace falta, los tratas con cortesía pero sin salamerías… y luego llegan los muchachos de la escuela a poner graffittis de putas disfrazadas de enfermera.

No tengo nada en contra de las mujeres que se dedican a usar su cuerpo para obtener el sustento, de hecho conozco a muchas personas (porque hombres también) que se dedican a eso, y son mis amigos y se los respeto… pero no por el hecho de ser enfermera tengo que estar obligada a serlo, ni a participar el las más vulgares de las fantasías masculinas.

Me entristece ver que sea en mi propia escuela donde se venda esa imagen de nosotras, aún cuando nos estamos esforzando tanto para se note que somos representantes dignas y respetables de esta profesión.

Ojalá que a mis compañeros lo próximo que se les ocurra no sea dibujar ahora al estereotipo de enfermero: gay, maricón y homosexual que tanto se pasea en boca de la sociedad.
 

Contador de visitas