Diario de una Enfermera

Diario de una Enfermera Venezolana en Londres.

27.11.07

Otra oportunidad


Lo primero que quiero decir es que todo está bien, gracias a Dios, que efectivamente la aguja no estaba contaminada y la vida me ha dado una nueva oportunidad.



Lo otro es que sólo faltan 3 días... TRES DÍAS para finalizar la jornada clínica de mi internado rotatorio, eso se traduce en que hasta este viernes estoy en el hospital y seré asignada a un ambulatorio para cumplir con la jornada comunitaria. Ya era hora, de verdad, porque el hospital resulta ser más que extenuante desde todo punto de vista.



Cada vez que me suceden estas cosas, como culminar una etapa o superar un peldaño, tengo la sensación de incredulidad conmigo misma, y me digo: Caramba, PUDE, soy capaz.



Dichosos los que tenemos la inmensa dicha de hacer lo que amamos, de estar donde siempre habíamos soñado, de sentir que nos merecemos los triunfos... Cada día, cuando saludo a mis pacientes y ellos me preguntan cómo estoy, les digo: Feliz, porque estoy en el mejor hospital de Venezuela, cuidando a los mejores pacientes de este mundo. Gracias vida, gracias.

19.11.07

Hoy me pinché con una jeringa que había usado con un paciente con SIDA.

9:00am (aprox): La mañana ha sido muy muy agitada y me encuentro bajo una presión muy fuerte por parte de los pacientes, mis jefas, mí misma… Ya preparé el tratamiento y voy a empezar a aplicarlo a los pacientes.
9:30am: No he podido iniciar el tratamiento, mil cosas me han retrasado, la presión aumenta y ya estoy alterada, irritada, molesta conmigo misma…
9:40am: Al fin pude (o tomé la arbitraria decisión) de iniciar el cumplimiento del tratamiento, mi jefa inmediata me pide velocidad, mis (im)pacientes reclaman que hace rato necesitaban los medicamentos.
9:45am: Estoy frente al paciente de la cama A, con 5 medicamentos que administrar. Verifico 5 correctos y procedo. Quiero apurarme, tengo urgencia por agilizar la actividad.
9:47:00am: La conexión del gotero presenta problemas y decido revisarlo, mientras mantengo una jeringa en mi mano… sin encapuchar la aguja.
9:47:05am: Ocurre un pinchazo en mi dedo índice izquierdo, que no es notado ni siquiera por el paciente, sólo por mí. Me disculpo y le digo que ya vuelvo, dirigiéndome al lavamano
9:47:07am : Retiro los guantes, hago presión bajo el chorro para hacer correr la sangre. En los próximos 5 segundos pasan por mi mente los siguientes pensamientos: Dios mío, no… no puede ser. Este paciente es seropositivo de V.I.H y está en etapa C3 de SIDA. Bueno, es un simple pinchazo, no creo que por eso me vaya a infectar… coño, a quien engaño, así es como la gente se infecta, con una gota de sangre o menos. ¿Qué hago?. ¿Me quedo callada?. Mi profesora se va a encolerizar… tantas veces que me han explicado las precauciones de bioseguridad. Ahora tendré que tomar tratamiento antirretroviral. Eso me va a destruír el estómago, el hígado, los riñones. Coño pero peor es el SIDA… Dios mío: mi pareja… mis hijos que quiero tener, con los que sueño, por los que estoy acondicionando mi vida para darles a ellos una vida digna. Mi mamá, mi familia… Mi futuro, el que planeo, el futuro con el que sueño… No puede ser, tiene que ser mentira…
9:47:12am: Un momento! usé varias agujas, pero ESA aguja no la había usado con el paciente, sólo la usé para trasegar el tratamiento del frasco vial al solucet. La aguja no estaba estéril desde el punto de vista estricto, pero tampoco estaba contaminada, no con la sangre del paciente.
9:47:20am : Continúo temblando, me dio cuenta de que un vaporón me está recorriendo todo el cuerpo. Tengo ganas de llorar, de salir corriendo de esta sala, de este Servicio donde todos importan menos yo, donde lo más que recibo es presión, donde parece que sólo demuestro incompetencias, salir corriendo de esta carrera, de este hospital, de esta profesión.

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13.11.07

Menos Bloguera y más Enfermera.

Recordando a Pedro, que hoy hacen 2 meses que cambió de plano.

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Aclaratoria: esto lo escribo luego de leer este post... sinceramente no estoy satisfecha con su acabado... creo que esto de ser bloguera debe practicarse por que sino se pierde.

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Retomemos: el 25 de septiembre iniciaron mis actividades del 6to semestre. A este le llamamos Internado Rotatorio que vienen siendo 600 horas que me son exigidas para poder recibir el título de Técnico Superior en Enfermería, las cuales se dividen en etapas clínica y comunitaria. La primera se cumple en el Hospital Universitario de Caracas, dependiendo del Servicio (Unidad Clínica) al cual te asignen.


Durante mi carrera siempre tuve la suerte de trabajar en salas de mujeres, cosa que yo procuraba a toda costa porque me parecía que los hombres eran más difíciles de atender, y pudiera ser que no fueran suficientemente respetuosos conmigo, y que seguramente yo no sabría cómo manejar la situación, y tal vez me sentiría incómoda, y ellos conmigo... Pero mi suerte cambió este semestre y fui asignada a la sala de hombres del Servicio que me correspondió. Nada de gusto me dio... (¿por qué a mí, Dios?)...


Además de todo, el Internado Rotatorio ha sido una experiencia más que interesante para mí, ya que por fin estoy ejerciendo aquello para lo que me he estado preparando en todo este tiempo, estoy encargada de una sala con 9 pacientes, y mi rutina podría describirse así:
Llego al Hospital a las 6:30am, voy al vestuario a ponerme mi uniforme blanco-blanquito (como los que aún se usan en mi país), subo a la Coordinación a firmar mi entrada en los registros de la universidad, y me voy a mi servicio. Firmo en la hoja de entrada al hospital, leo el reporte de la tarde y noche anterior, anoto las tareas que nos dejaron pendiente. Llevo mis maletas (enormes, por supuesto) al sitio asignado para ellas, saludo a mis pacientes en general luego cama por cama a cada uno para saludar y me cuenten como estuvo su noche. Me dirijo a la faena, hago la rotulación para los medicamentos de la mañana, los preparo, y me devuelvo a la sala para cumplirlos.
Paciente por paciente debo verificar "los 5 correctos": Paciente correcto, Medicamento correcto, dosis correcta, vía (de administración) correcta, hora correcta. Sin olvidarnos de la conversadita correcta (je je je) que además de ser un intercambio de cariño, es útil para evaluar el estado de conciencia del paciente, el estado anímico, su aspecto físico, su aseo corporal, un examen físico ligero y superficial pero muy útil, se le explica como cada día su tratamiento, se aprovecha de aclarar sus dudas y de dar siempre un poquito de educación para la salud. Por eso me gusta quedarme al menos 10 minutos con cada uno, aunque haya terminado antes, y esto también me permite observar sus reacciones ante en tratamiento y detectar de forma temprana alguna reacción adversa que se estuviese presentando.


Que bueno es equivocarse y sobre todo en casos como estos, porque creí que trabajar en sala de hombres no era bueno pero en mi sala hay 9 caballeros (sí, CABALLEROS) a quienes atiendo cada día y me producen alegrías y satisfacciones que se me harían difíciles de describir... valoran mucho lo que hago por ellos, me tratan con muchísimo cariño, y ni hablar del respeto, son increíbles, demuestran tanta alegría cuando me ven llegar, colaboran conmigo en los procedimientos, se ayudan mutuamente... Jamás pensé que ser enfermera de sala de hombres era tan bueno (ja ja ja), es una bendición, no lo cambiaría por nada, de veras.


Esto es apenas parte de las tareas del día, pero ya me está dando como vergüenza de publicar algo tan largo. En la próxima contaré las otras cosas, por si acaso alguien quería saber cómo es eso de ser enfermera, o de entretenerse leyendo las odiseas por el intento de alcanzar esta carrera.

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